Comportamiento Pasivo-agresivo
Los que los obreros transculturales deben saber sobre el comportamiento pasivo-agresivo
Ronald L. Koteskey
GO International
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Supongamos que esto le pasó a un obrero transcultural. Debía entregar su informe al director de campo hoy a la tarde pero todavía no había recibido la información que se suponía Juan tenía que haberle entregado la semana pasada. Este obrero piensa: “¿Cuál será la excusa de Juan esta vez? La última vez se olvidó de cuál era la fecha límite, la vez anterior no siguió las instrucciones así que la información no servía, la vez anterior a esa... Cuando finalmente entreguemos el informe, seguro se quejará de que nadie aprecia su trabajo, de por qué él es el único que tiene que recopilar la información, o de que... Probablemente vendrá enojado, comenzará a discutir y regresará mañana diciendo que lo siente, pedirá perdón y prometerá hacerlo mejor la próxima vez”.
Juan y este obrero han servido juntos por casi cuatro años y la historia es, básicamente, siempre la misma. Lo único que cambia son los detalles. Lo que este obrero transcultural está enfrentando es el comportamiento pasivo-agresivo de un colega, algo que ocurre con bastante frecuencia entre los obreros transculturales y otros cristianos. Como no se sienten libres de expresar su insatisfacción, estas personas hacen cosas que, en realidad, terminan saboteando los proyectos.
¿Qué es el comportamiento pasivo-agresivo?
Las personas que al parecer tienen la disposición de responder a las solicitudes de otros pero no ejecutan lo que se les pide de manera correcta o con la rapidez suficiente, están demostrando un comportamiento pasivo-agresivo. Pueden parecer incluso entusiasmados con la idea, pero sostienen de manera abierta y evidente un comportamiento que expresa lo que no se animan a decir verbalmente. En lugar de expresar su oposición con palabras, evitan cumplir con la solicitud a través de la postergación, el olvido y la ineficiencia.
Estas personas, además de su resistencia pasiva, tienen un patrón de actitudes negativas. Se quejan de sentirse engañados, no apreciados e incomprendidos mientras culpan a otros por sus fracasos. Suelen ser malhumorados, irritables, desconfiados y argumentadores. Algunos profesionales han calificado el comportamiento pasivo-agresivo como “cooperación hostil”, “amabilidad enojada” o “asertividad encubierta”. Este comportamiento es muy común en ambientes de trabajo y situaciones sociales pero también puede ocurrir en contextos matrimoniales y/o familiares.
¿Es un trastorno psicológico?
Durante muchos años, tanto la Organización Mundial de la Salud (agencia de las Naciones Unidas) como la Asociación Americana de Psiquiatría hablaron del Trastorno de Personalidad Pasivo-Agresiva. Sin embargo, en 1994, la Asociación Americana de Psiquiatría eliminó el Trastorno Pasivo-Agresivo de su lista de desórdenes y lo colocó en un apéndice de temas para su posterior estudio.
Por eso, en la mayoría de los países se le considera un trastorno, pero los profesionales de la salud mental en los Estados Unidos no lo consideran así. Sin embargo, incluso si no fuese un trastorno, el comportamiento pasivo-agresivo es muy difícil de sobrellevar. El manual de trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-IV) sí enumera siete “Criterios de Investigación para el Trastorno de Personalidad Pasivo-Agresiva” y una persona debe tener al menos cuatro de estos criterios para ser considerada pasivo-agresiva.
¿Esto aparece en la Biblia?
La mayoría de las personas piensa que el foco de la historia que aparece en Lucas 15 es el hijo perdido (pródigo) que volvió a casa de su padre. Sin embargo, su hermano mayor también atravesó serios problemas. Aunque no se le identifica como “pasivo-agresivo”, el hijo mayor cumple con seis de los siete criterios que aparecen en el DSM-IV, y es evidente en apenas tres cortos versículos.
- Se resistió a participar en tareas sociales rutinarias: se negó a ir a la fiesta de su hermano (v. 28).
- Se quejó de ser poco apreciado por los demás: su padre nunca le hizo una fiesta (v. 29).
- Era malhumorado y argumentativo: discutía con su padre (v. 29).
- Criticó y despreció a la autoridad: criticó la fiesta que había organizado su padre en honor al hijo derrochador (v. 30).
- Expresó envidia y resentimiento hacia otros más afortunados: le molestó que hubieran matado al becerro gordo para festejar a su hermano (v. 30).
- Se quejó exageradamente de su desgracia personal: había “trabajado como un burro” durante años (v. 29)
El único criterio que no cumplía era el de alternar entre rebeldía y arrepentimiento.
¿Cuáles son los síntomas?
Por definición, la persona pasivo-agresiva tiene (1) un patrón de resistencia pasiva a ejecutar las acciones que se le piden y (2) un patrón de actitudes negativas (un nombre alternativo para esto es Trastorno de Personalidad Negativa).
Como lo señalamos anteriormente, los criterios del DSM-IV desarrollan estas dos condiciones generales en siete criterios más específicos. Las siguientes son acciones pasivo-agresivas aún más específicas.
- Ineficiencia deliberada, holgazanería, pereza, inflexibilidad, ignorar a los demás
- Postergación, terquedad, resistencia a las sugerencias, incumplimiento de las instrucciones
- Fingir olvido, poner las cosas en un segundo plano, inventar excusas
- Perder cosas, descubrir cosas demasiado tarde,
- Mal humor, hostilidad, ira, ganas de discutir
- Quejas, resentimiento, sentimiento de falta de aprecio, irritabilidad, cinismo
- Culpar a otros, sentirse engañado
- Sabotear abiertamente, emberrincharse
- Trabajar mediocre o lentamente, llegar tarde o ausentarse
- Pedir perdón repetidamente y prometer hacerlo mejor la próxima vez -pero no cambiar realmente
La lista puede ser interminable. Ya sea que estén conscientes de ello o no, el objetivo es hacer algo que frene o impida la acción o que socave el éxito de los demás.
¿Quién puede ser pasivo-agresivo?
Cualquier persona que tenga una relación contigo puede ser pasivo-agresiva hacia ti.
- Puede ser alguien que esté por encima de ti, como tu director de campo, tu mentor, el presidente de la comisión o un administrador en la oficina central.
- Puede ser alguien que esté por debajo de ti, como un estudiante de tu clase, un nuevo miembro de la comunidad de obreros transculturales a quien estás orientando, o tu propio hijo.
- Puede ser alguien que esté a tu mismo nivel, como un co-obrero transcultural, un colega de trabajo, un amigo o incluso tu cónyuge.
Cuanto más alto el compromiso y más estrecha la relación, más afectará el comportamiento pasivo-agresivo tu vida. Por ejemplo, si tu cónyuge o hijo adolescente no desea llevar una vida de obrero transcultural, tu vida se verá más perturbada que si un estudiante de tu clase o un nuevo obrero se siente infeliz.
Los obreros transculturales pueden mostrar un comportamiento pasivo-agresivo para evitar el estrés de la confrontación. En 1983, Dorothy Gish le pidió a 547 obreros transculturales que calificaran 65 elementos causantes de estrés y la opción “confrontar a otros cuando es necesario” fue la que calificaron como más estresante. Dieciséis años después, Joan Carter repitió el estudio agregando algunos ítems adicionales a los de Gish. Los 306 obreros transculturales encuestados colocaron la opción “confrontar a otros” en el primer lugar de la lista.
El comportamiento pasivo-agresivo puede interrumpir un proyecto de la misma manera que la confrontación puede hacerlo, pero provocando menos estrés. Los obreros transculturales que no pueden oponerse abiertamente a un proyecto pueden hacer que el mismo fracase al simplemente no hacer su parte. Entonces, se disculpan por el retraso, piden perdón y, de todas maneras, consiguen lo que siempre quisieron en primer lugar.
¿Qué se puede hacer?
Recuerda que este patrón de comportamiento le ha “funcionado” durante muchos años a las personas pasivo-agresivas. Aunque su comportamiento tiene un impacto sobre ti, no se TRATA DE ti. No te lo tomes como algo personal. Tu objetivo debe ser crear un clima de comunicación seguro y honesto. Los siguientes consejos podrían ayudar.
- Mantén una mente abierta, evita estar a la defensiva y reconoce que algunas de las preocupaciones de esa persona pueden ser legítimas.
- Se empático pero, de todas formas, insta a un comportamiento más apropiado.
- Define concretamente lo que esperas de esa persona y pídele que parafrasee tu solicitud.
- No aceptes, excuses o recompenses un desempeño mediocre.
- Cuestiona las tergiversaciones con tacto pero no discutas sobre ellas.
- Asegúrate de que él o ella entienda que te preocupas por su persona y no que estás buscando únicamente tener el control.
- Recuerda que si esa persona te ve como un rival, es probable que su desagradable comportamiento empeore.
Finalmente, si no tienes éxito, no te culpes a ti mismo. Si la gente no quiere cambiar, no lo hará. Recuerda que tú no eres la causa de su comportamiento pasivo-agresivo.
¿Qué pasa si eres pasivo-agresivo?
Es probable que las personas pasivo-agresivas no se den cuenta de que tienen una conducta autodestructiva y reprochable. Tal vez el Espíritu te haya revelado que tienes este comportamiento habitual y problemático. Si admites que este comportamiento interfiere con tu propio trabajo o tus relaciones, entonces hay esperanza.
- Estás en capacidad de cambiar tu comportamiento pasivo-agresivo. Debes “observarte” a ti mismo y hacer cambios en tu propio comportamiento, pidiéndole a Dios que te ayude.
- Tal vez quieras pedirle a un amigo que te ayude. Es mucho más fácil que las personas reconozcan este tipo de comportamiento en otros, así que las observaciones que un buen amigo haga de ti pueden darte buenas apreciaciones.
- Quizás quieras buscar a un consejero para que te ayude a identificar y cambiar tu comportamiento. La terapia cognitiva-conductual puede ayudarte a estar consciente de este comportamiento y a minimizarlo.
Sobre el Autor
Ron y Bonnie Koteskey son consultores de atención para miembros de Go International.
Han brindado atención a miembros para misioneros desde 1997.