El Contentamiento
Lo que los obreros transculturales deben saber sobre el contentamiento
Ronald L. Koteskey
GO International
Descargue esto como un pdf o como un documento de Word
Amy y su esposo habían servido durante tres años y tenían un ministerio fructífero. Sin embargo, tuvieron que regresar a su país antes de lo esperado debido a los conflictos y al estrés que había en su relación estando en el campo y a que tuvieron un nuevo bebé. Entendieron que no volverían al campo y escribieron pidiendo ayuda con dos cosas: “restablecer las relaciones en el hogar” y “estar contentos con el lugar” donde estaban.
Sam había servido diez años en el mismo lugar, mantenía buenas relaciones con todos, era muy talentoso, tenía un ministerio exitoso en una aldea y había sido promovido como director de campo. Aunque su intención nunca fue conseguir esa “promoción”, los líderes de la agencia en su país creían que él era la persona más calificada. Sam y su esposa estaban de acuerdo en que no había nadie mejor para el puesto, pero él estaba atravesando una “temporada de descontento”.
Amy no estaba contenta porque no estaba sirviendo en aquel campo y Sam no estaba contento porque estaba sirviendo en un puesto “más alto”... El contentamiento no es un asunto de circunstancias externas sino de cómo los obreros transculturales interpretan esas circunstancias.
¿Qué es el contentamiento?
Los diccionarios tienen dos definiciones de contentamiento.
- Una de ellas es: Feliz con lo que uno tiene o es; no desear más o algo diferente; satisfecho al servir a Dios; profundo gozo dentro de uno mismo o gratitud a Dios.
- La otra definición usualmente es: Disposición; dispuesto a coincidir con o aceptar; o llevar su “cruz”.
Un tesauro normalmente ofrece dos grupos de sinónimos.
- La primera lista de sinónimos incluye cosas tales como: descansar satisfecho, dejar en paz, sentirse en casa, serenidad, gratificación, paz mental, tranquilidad, facilidad, placer o felicidad.
- La segunda lista incluye cosas como: aguantar, superar, resignarse, apenas tolerable, soportable, aceptable a regañadientes o adecuado.
Todas estas definiciones y sinónimos indican que las personas estarían en capacidad de funcionar cualquiera sea la circunstancia, pero las connotaciones del primer y segundo grupo son muy diferentes.
¿Qué dice la Biblia sobre el contentamiento?
Pablo, uno de los primeros obreros transculturales, escribió a una de las iglesias que lo apoyaba que había aprendido a estar contento en cualquier circunstancia. Él sabía lo que significaba tener abundancia así como estar en necesidad y había aprendido el secreto de estar contento en toda situación, aun cuando tuviera hambre o necesidad (Filipenses 4:11-12). Ten en cuenta que esto era algo que él había aprendido, no algo que le brotaba naturalmente, y que aplicaba esa habilidad aprendida a cualquier cosa que le sucediera.
Pablo también le escribió a un joven obrero transcultural que pastoreaba una iglesia que él había plantado en la ciudad de Éfeso, luego de vivir allí varios años. Pablo le dijo a Timoteo: “La verdadera sumisión a Dios es una gran riqueza en sí misma cuando uno está contento con lo que tiene”. Y luego continuó diciendo que si sólo tenemos comida y ropa podemos estar contentos con eso (1 Timoteo 6:6-8). El único otro lugar donde Pablo usa la palabra “contentamiento” es en la carta que le escribió a otra iglesia, también plantada por él. Tal contentamiento significa “tener todo lo necesario” en el siguiente pasaje: “Y Dios proveerá con generosidad todo lo que necesiten. Entonces siempre tendrán todo lo necesario y habrá bastante de sobra para compartir con otros” (2 Corintios 9:8). Eso es el contentamiento. Y se refiere principalmente a las primeras definiciones o sinónimos de contentamiento enlistadas en la sección anterior - ¡cosas que conducen a la paz y al gozo!
¿Qué impide o destruye ese contentamiento?
Pablo dijo que podemos aprender a estar contentos cuando nuestras necesidades básicas, como comida y ropa, son satisfechas. El problema surge cuando nuestros “deseos” no son satisfechos. Muchas personas quieren más que las necesidades básicas de la vida. Quieren algo más grande, mejor, más nuevo, más rápido, más prestigioso o más caro. La fuente más común de estos deseos es la comparación, que a menudo conduce a la envidia.
Jesús contó una parábola que ejemplifica esa comparación envidiosa que termina destruyendo el contentamiento. Un terrateniente acordó pagar un denario (un día típico de salario) a unos trabajadores a cambio de un día de trabajo en su viñedo. Aparentemente, ellos estuvieron satisfechos con la propuesta y se pusieron a trabajar. A lo largo del día se fueron sumando más trabajadores. Por la noche, al final de la jornada, cada trabajador recibió su correspondiente denario como paga. Pero, los que habían aceptado trabajar desde la mañana por un denario ya no estaban satisfechos porque compararon sus salarios con el de los demás (Mateo 20:1-16). Cuando se opusieron, el terrateniente les preguntó si tenían envidia de su generosidad.
Más tarde, cuando Jesús le contó a Pedro sobre su futuro, este miró a otro discípulo y le dijo: “Señor, ¿qué va a pasar con él?”. Jesús le dijo a Pedro que eso no era asunto suyo; que sólo debía seguirlo a Él y no comparar su futuro con el de nadie más (Juan 21:16-22).
Las personas envidiosas ni siquiera se aman a sí mismas. No son agradecidos ni están felices por lo que son ni por lo que tienen. Este pecado es mortal porque no les permite disfrutar la vida tal y como ellos son, agradeciendo por las cualidades y talentos que Dios les ha dado y haciendo el mejor y más gratificante uso de esos dones. Su degradación de los demás es un reflejo de su degradación de sí mismos y de sus dones. Estas personas terminan enemistadas consigo mismas y con los demás y “se pierden la fiesta”, tal como le sucedió al hermano mayor en la historia del hijo pródigo (Lucas 15).
Jesús, en su parábola sobre los trabajadores del viñedo, dejó en claro que la envidia es un resultado natural de la comparación. La envidia nunca puede resultar en gratificación. No hay ningún disfrute, sólo un interminable auto-tormento a medida que el apetito por más cosas aumenta. La envidia no es simplemente querer tener los bienes del otro sino querer derribar a la otra persona. Esto acarrea resentimiento, difamación, rencor, calumnia, odio e incluso asesinatos, así como sucedió con Caín y Abel (Génesis 4:2-8).
¿Cómo obtener ese contentamiento?
La gente puede elegir el nivel de contentamiento que quiere tener. Algunas personas eligen simplemente vivir descontentas, jamás satisfechas o felices con su situación, tampoco aceptan las cosas ni siguen adelante con sus vidas. Otros deciden vivir con la segunda definición de contentamiento antes mencionada, simplemente tolerando y aceptando pero a regañadientes. Y otros deciden tomar acciones para alcanzar la primera definición a fin de estar contentos, con una profunda alegría y gratitud en todas las circunstancias.
Siempre que las personas notan diferencias entre ellas y los demás es común que empiecen a compararse y esas comparaciones a menudo conducen a la envidia. Pocas personas pueden escaparse de los sentimientos de envidia, entonces, ¿qué podemos hacer cuando el Espíritu nos hace conscientes de nuestra envidia? ¿Qué hacer para evitar caer en esta trampa?
- Comienza a mirar para arriba. Al igual que cualquier otro pecado debes confesarlo; Dios ha prometido perdonarte (1 Juan 1). Si niegas tu pecado, te engañas a ti mismo y permaneces en él. Para ser perdonado debes arrepentirte, no sólo sentir pena por el mal que has hecho sino alejarte del pecado en sí.
- Mírate a ti mismo. Si tienes que hacer comparaciones, compárate contigo mismo. Gálatas 6:4 dice, “Presta mucha atención a tu propio trabajo, porque entonces obtendrás la satisfacción de haber hecho bien tu labor y no tendrás que compararte con nadie”. Compara tu apartamento, salario, vehículo, etc., con lo que tenían hace 10 o 20 años, no con tus colegas obreros transculturales del presente.
- Cuenta tus bendiciones. En vez de compararte con otros obreros transculturales que tienen más, compárate con otras personas a las que estás sirviendo que tienen menos que tú. Compara tu apartamento con las condiciones de vida de los que viven sin techo. Compara tu salario con los desempleados y los nacionales a los que sirves. Compara tu vehículo con los que no tienen ninguno. Así como el compararte con los que están en mejor situación económica te produce envidia, compararte con los que están en peor situación económica aumentará tu contentamiento. De hecho, mientras “cuentas tus bendiciones” te sentirás motivado a compartirlas con otros que tienen menos. ¡Compartir acrecentará tu contentamiento aún más!
- Acepta que nada (ninguna cosa) produce gozo y satisfacción duraderos. No importa cuánto tengas, pronto terminarás adaptándote a ello y querrás algo “mejor”, ya sea una vivienda, un cónyuge, un salario, un vehículo, un puesto, una habilidad lingüística, etc. Investigaciones hechas a finales del siglo XX demostraron que las relaciones, y no las cosas, están altamente correlacionadas con la felicidad.
Romanos 12:1 nos insta a ofrecernos como sacrificios vivos en un acto de servicio. Esto es agradable delante de Dios y resulta en nuestro contentamiento. Hacer esto implica dos cosas. Primero, rendir totalmente y sin plazos todo lo que pueda surgir en el futuro a los pies de Dios. Segundo, y en consecuencia, cuando aparezcan cosas específicas e inesperadas, muy probablemente tendremos que actualizar y revisar esa renuncia e incluir esas cosas nuevas que resulten atractivas.
Aunque el gozo, la satisfacción y el contentamiento no nacen como resultado de perseguir estas cosas “atractivas”, el contentamiento sí puede nacer en la vida de los obreros transculturales cuando estos se cuidan de las comparaciones, evitan la envidia y cumplen el Gran Mandamiento de amar a Dios y amar a los demás como se aman a sí mismos.
¿Cuáles son los resultados del contentamiento?
Aunque parezca imposible, el pueblo de Dios posee la capacidad de mostrar contentamiento en las circunstancias más difíciles. Aquí hay algunos ejemplos de la Biblia.
- Regocijarse aun cuando no se cumplan las expectativas (Habacuc 3:17-18)
- Regocijarse cuando hay persecución (Hechos 5:41)
- Cantar himnos a Dios incluso cuando se les azota y se les arroja a la cárcel (Hechos 16:23-25)
- Aceptar con alegría que la propiedad sea confiscada (Hebreos 10:34)
- Regocijarse al sufrir por Cristo (1 Pedro 4:12-13)
Sobre el Autor
Ron y Bonnie Koteskey son consultores de atención para miembros de Go International.
Han brindado atención a miembros para misioneros desde 1997.