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Missions and Mental Health Resources from Ron and Bonnie Koteskey

Las Despedidas

Lo que los obreros transculturales deben saber sobre las despedidas

Ronald L. Koteskey

GO International

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Un obrero transcultural dijo: “Estoy cansado de hacer amistades y luego tener que mudarme de nuevo; no me parece que valga la pena el esfuerzo. Cuando estoy de licencia sé que me voy a ir, entonces ¿para qué intentarlo?”

Otro obrero señaló: “No sé cómo lidiar con los cambios que implica la llegada y salida de miembros del personal en el campo. Especialmente con los que vienen por períodos de corto plazo; es como si estuviéramos expandiéndonos y contrayéndonos constantemente para incluir a tantas clases diferentes de personas en nuestro equipo... ¿Cómo hacemos para que el amor entre nosotros sea genuino y a la vez podamos dejar ir con facilidad?

Inclusive otro dijo: “Me resulta difícil tener que decir adiós todo el tiempo. Las personas con las que hago amistad tienen que dejar el campo y yo tengo que quedarme. ¿Cómo puedo lidiar con este tema de otra forma que no sea dejando de construir relaciones?”

Cuando te convertiste en un obrero transcultural probablemente pensaste que sería fácil decir adiós a tu familia y amigos en tu país de origen y luego partir. Sin embargo, seguramente nunca consideraste lo difícil que serían otras tipos de despedidas. ¿Hay acaso algo nuevo en este tema? ¿Será que empeora? ¿Cómo puedes hacerle frente? Consideremos estas preguntas a continuación.

¿Es este un asunto novedoso?

No, este problema ha existido desde el mismo momento en que los obreros transculturales comenzaron a existir. Si echamos un vistazo a la vida de Pablo y las relaciones que él mantuvo con la gente de Éfeso, encontraremos algunos de los problemas propios de este asunto de las despedidas. Aparentemente, Pablo estuvo en Éfeso por un tiempo corto cerca del final de su segundo viaje o período de servicio. Después de hablar en la sinagoga, Pablo dejó a cargo a una pareja en Éfeso para que continuara su trabajo. La gente le pidió que se quedara más tiempo allí pero él se negó diciendo que era posible que regresara si era la voluntad de Dios (Hechos 18: 19-21). Entonces, él y sus compañeros de trabajo, quienes se quedaban en el lugar, tuvieron que despedirse.

Cerca del comienzo de su tercer período de servicio Pablo volvió a Éfeso. Después de invertir más de dos años en la evangelización, el discipulado, la guerra espiritual y el dar ánimo, Pablo se despidió nuevamente y se fue. Viajó a Macedonia con un equipo multinacional de siete personas (Hechos 19: 1-20: 1). Y de nuevo, él y los discípulos que dejó a cargo allí tuvieron que despedirse.

Cerca del final de su tercer período Pablo decidió no detenerse en Éfeso a pesar de que pasó muy cerca de allí porque estaba apurado. Sin embargo, se detuvo a unos pocos kilómetros al sur de Éfeso y mandó a llamar a los ancianos de la Iglesia de Éfeso para reunirse con ellos brevemente. Luego tuvieron que decirse adiós otra vez. Pero en esta ocasión se nos cuenta un poco más acerca de la naturaleza de esa despedida: lloraron, se abrazaron, se besaron, se lamentaron y finalmente se separaron (Hechos 20: 16-21: 1). Esto de las múltiples despedidas no es nada nuevo para los obreros transculturales.

¿Es algo que empeora?

Probablemente ya no sea un asunto demasiado difícil para los individuos pero sí puede que actualmente las personas tengan que despedirse con más frecuencia de lo que lo hacían en los tiempos de Pablo. Los cambios que se suscitaron en la segunda mitad del siglo XX convirtieron el trabajo transcultural de corto plazo en una realidad posible en cualquier parte del mundo. Antes de 1950, cuando comenzaron los viajes aéreos a precios accesibles, la llegada a muchos lugares del mundo para servir transculturalmente a menudo significaba viajar en un barco varias semanas para cruzar el océano. Actualmente, la gente puede estar en cualquier país del mundo en cuestión de horas, a lo sumo en un par de días.

Un tipo de servicio de corto plazo muy popular en estos tiempos es ese en el que un grupo de personas invierte una semana o dos en otra cultura enseñando en una escuela bíblica, ayudando a construir un edificio o haciendo trabajos de mantenimiento. Aunque este tipo de servicio ha ayudado a exponer a millones de personas a la obra transcultural a través de experiencias de primera mano, significa muchos “¡Hola!” seguidos de muchos “¡Adiós!” luego de tan solo una semana o dos. Por lo tanto, los obreros transculturales de largo plazo nunca tienen la oportunidad de desarrollar relaciones con los de corto plazo. Las relaciones toman tiempo.

Otro tipo de servicio de corto plazo que se ha vuelto cada vez más frecuente en los últimos años es aquel donde una persona se instala en otra cultura por varios meses, uno o dos años, generalmente para colaborar o para ayudar a completar un proyecto en particular. Estas personas no tienen intención de quedarse en el lugar por un largo plazo y es muy común que sean personas nacidas desde mediados de la década del 60. En estos casos, sí hay tiempo para desarrollar una relación con ellos pero los obreros transculturales que están de forma permanente en el campo pueden mostrarse reacios a hacerlo porque saben que el colaborador o voluntario de corto plazo se irá pronto. Decir adiós a alguien que conoces sólo superficialmente es más fácil.

¿Esto afecta a todos?

Sí, afecta a todos, pero los afecta de manera diferente. Algunas personas parecen tener poca necesidad de relaciones profundas y se contentan con mantener relaciones en un nivel más superficial, así que las despedidas tienen relativamente pocos efectos sobre ellos. Sin embargo, otras personas tienen un deseo mayor de compartir íntimamente con un grupo amplio de amigos y el tener que decir adiós los afecta muy profundamente.

Las mujeres están más orientadas hacia las relaciones que los hombres. Por lo tanto, pueden resultar más afectadas al tener que dejar a sus amigos o despedir a sus amigos que se mudan. Desafortunadamente, los esposos no son muy sensibles a esta diferencia que existe entre ellos y sus esposas.

Por supuesto, tal movilidad es común en países desarrollados. En los Estados Unidos aproximadamente una de cada seis personas se muda cada año, así que incluso la persona que no se muda tiene que decir adiós con frecuencia. Cuando nuestro hijo mayor estaba en primer grado había otros cinco niños en el mismo grado viviendo en nuestra calle. Cuando entró al sexto grado él era el único que quedaba. Por supuesto, una mudanza dentro del mismo país puede significar cambiar de barrio pero dentro de la misma área, a diferencia de mudarse al otro lado del mundo, pero aun así afecta las relaciones.

 

¿Deberíamos dejar de construir relaciones profundas?

Algunas personas intentan manejar el tema al simplemente volverse desprendidos o “endurecerse”. Al no involucrarse profundamente con sus compañeros y co-obreros transculturales buscan disminuir el dolor de tener que decir adiós. Este mecanismo de defensa puede, en efecto, reducir el dolor de las despedidas; pero la persona que decide ser desprendida, la persona que resulta en cierto modo “rechazada” y el mensaje del evangelio, terminan siendo afectados.

Jesús nos ordenó amarnos unos a otros tal como él nos ama. Ambos, amar y ser amados, son importantes tanto para nuestra salud mental como física. Cuando se evitan las relaciones profundas ambas partes pierden una pieza de su sistema de apoyo potencial. Además, Jesús nos advirtió que el amarnos es la manera como los demás sabrían que somos sus discípulos. Por lo tanto, al no desarrollar estas relaciones hacemos menos probable que la gente vea a Jesús en nosotros (Juan 13: 34-35).

 

¿Cómo podemos amar profundamente pero dejar ir libremente?

Dado que las despedidas son parte normal de la vida, especialmente la vida de los obreros transculturales, es posible tomar ciertas medidas para minimizar el dolor.

  • Cambia tu perspectiva. En vez de concentrarte en los aspectos negativos que anticipan la despedida es mejor que te concentres en los aspectos positivos de la actual relación. Como alguien dijo una vez, es mejor haber amado y perdido que nunca haber amado en absoluto.
  • Busca personas con las que “hagas clic”. Cuando encuentres personas que tengan tus mismos valores, aspiraciones, grado de compromiso, etc., hazte su amigo aunque parezca que no hay “futuro” en la relación de amistad. Una pareja que conocimos con mi esposa hace más de una década tras visitar un campo todavía son nuestros buenos amigos. Somos parte de la red que los apoya, los hemos vuelto a visitar en el campo, hemos hecho contacto en conferencias y los hemos hospedado en nuestra casa mientras han estado de licencia en nuestro país. Hemos pasado muchas horas hablando y compartiendo de una manera muy profunda.
  • Vuélvanse más cercanos mucho antes. Todos los Hijos de Tercera Cultura (de obreros transculturales, de militares, etc.) se convierten en unos expertos en esta materia. Cuando se conocen entre ellos y se dan cuenta que tienen un trasfondo común, comienzan a compartir a un nivel más profundo mucho antes que los hijos que son criados en una sola cultura. Con tiempo y práctica, cualquier persona puede desarrollar esta capacidad.
  • Comuníquense a pesar de la distancia. Esto siempre ha sido posible pero ahora es mucho más fácil gracias a la invención del correo electrónico. Sin embargo, el correo electrónico es una bendición mixta.

- Por el lado positivo, la amistad puede continuar prácticamente sin ningún costo económico asociado, incluso cuando las personas están separadas por una distancia muy grande. (De hecho, se pueden iniciar relaciones de amistad sin haberse siquiera reunido personalmente una sola vez, lo cual puede convertirse en un problema).

- Por el lado negativo, algunas personas se ocupan tanto en mantener vivas sus viejas amistades que no logran hacer nuevos amigos. Algunos obreros transculturales se comunican diariamente por correo electrónico con sus viejos amigos pero dedican muy poco tiempo a construir relaciones con las personas que sí viven físicamente cerca de ellos. Por lo tanto, les cuesta seguir haciendo nuevos amigos.

  • Llora tus pérdidas. Está bien (y es incluso necesario) hacer todas estas cosas que Pablo y los ancianos de Éfeso hicieron:
  • Llorar
  • Abrazarse
  • Besarse
  • Separarse
  • Retoma donde lo dejaste. Después que se vuelvan buenos amigos puedes retomar tu amistad en el punto donde la dejaron cuando se separaron. Todavía comparten los mismos valores, aspiraciones, preocupaciones, etc., así que todo lo que necesitan hacer es “ponerse al día” en cuanto a lo último que han estado haciendo y la relación puede continuar a partir de allí.
  • Recuerda que las relaciones brindan esperanza. En la creación, Dios estableció la separación dentro de la familia. Cuando un hombre y una mujer joven se casan dejan a su padre y madre y se unen entre sí (Génesis 2). La mayoría de las personas no se niegan a tener hijos aun sabiendo de antemano que un día sus hijos madurarán y se irán de casa; más bien, anhelan reunirse nuevamente con sus hijos tanto aquí en la tierra como en el cielo. Nosotros también anhelamos reunirnos con otros seres queridos en el cielo.

Visite el siguiente sitio web para acceder a otros folletos de esta serie: http://crossculturalworkers.com/

Sobre el Autor

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Ron y Bonnie Koteskey son consultores de atención para miembros de Go International.

Han brindado atención a miembros para misioneros desde 1997.