Missionary Care

Missions and Mental Health Resources from Ron and Bonnie Koteskey

La Administración del Dinero

Lo que los obreros transculturales deben saber sobre la administración del dinero

 

Imagina estas situaciones: algunos obreros transculturales, miembros de tu equipo, reservan habitaciones en un hotel cinco estrellas para todo el grupo que va a asistir a la conferencia. Y cuando tú les cuestionas la razón del por qué quedarse en un lugar tan costoso cuando al otro lado de la calle pueden encontrar fácilmente un alojamiento decente por la mitad del precio, ellos responden que la agencia es quien está pagando los gastos así que no hay por qué preocuparse.

Estás en el país anfitrión y vas a cenar con un grupo de amigos. Ellos quieren comer en un restaurante muy caro que tenga mucha “onda” o “un lindo ambiente”. Tú empiezas a pensar en el poco dinero en efectivo que te queda para la comida a fin de mes para tu familia y les propones comer en un restaurante más modesto. Tus amigos te contestan que no debes preocuparte tanto por el dinero porque al hacerlo no puedes disfrutar las cosas a plenitud.

En una reunión de comité en la que se está decidiendo sobre la construcción de un nuevo edificio, otros obreros transculturales votan a favor de pedir un préstamo y comenzar la construcción de inmediato pese a que su proyecto de campo solo cuenta con aproximadamente una décima parte de los fondos, y es poco probable que ese número aumente. Ellos opinan: “Construyamos ahora y paguemos después”. Tú, por el contrario, sugieres construir sin pedir el préstamo. Pero ellos te sermonean por tu falta de fe pues creen que la gente empezará a donar dinero una vez que vean que han comenzado la obra.

¿Se puede aplicar algún principio general en todas estas situaciones o cada instancia debe ser considerada individualmente? ¿Hay alguna diferencia si está en juego el dinero de la agencia, de tu presupuesto para gastos o de tu cuenta personal? ¿Y cómo hacer cuando son fondos que tienen un propósito específico o no específico? Consideremos estas preguntas a continuación.

Fondos de la agencia: con un propósito específico

Cuando las personas han donado dinero para un proyecto en particular, como la construcción de un hospital o becas estudiantiles, no caben las dudas. Lo único éticamente correcto que se debe hacer es gastar todo ese dinero en el proyecto para el cual fue donado. Hacer cualquier otra cosa es deshonesto.

Fondos de la agencia: sin un propósito específico

A veces, la oficina central envía fondos a un grupo de obreros que está sirviendo en otro país y les dice que usen el dinero según las necesidades más apremiantes que tengan. Si la oficina central delega las decisiones de cómo usar el dinero en una persona determinada, él o ella es quien debe tomar esas decisiones. Sin embargo, los administradores de la agencia también podrían encargarle a un comité o a todos los obreros que sirven en ese país que decidan cómo usar el dinero. Entonces todos serán responsables de las decisiones que se tomen. Cuando este sea el caso, pueden ocurrir varias cosas como:

  • Rivalidad por los fondos
  • Promoción y favoritismo de proyectos personales
  • Uso de influencias personales
  • Surgimiento de problemas interpersonales

Cuando se presentan casos como este, los involucrados deben desarrollar una manera de tomar decisiones y sopesar entre:

  • Ahorros versus préstamos
  • Fe versus suposiciones
  • Costo versus calidad
  • Simplicidad versus lujo
  • Gastos versus inversión

Las personas tienen diferentes valores y creencias en cuanto a estos temas y algunos atesoran esos valores y creencias profundamente. Algunos podrían llegar a enojarse bastante cuando el grupo, en su conjunto, toma una decisión que atenta contra sus valores.

La mejor manera de tomar tales decisiones es llegar a un consenso luego de sostener varias discusiones y tiempos prolongados de oración. No obstante, si no se logra dicho consenso, cada agencia debe establecer un mecanismo de toma de decisiones grupales, como por ejemplo las Reglas de Orden de Roberts (hay varias ediciones disponibles en línea). Aunque parezca que el procedimiento de hacer mociones, secundarlas, discutirlas y luego votar es tedioso, este procedimiento formal es a menudo necesario. Luego, cuando finalmente se llega a una decisión, todos deben acatarla sin quejas ni nerviosismos.

Cuentas para gastos ministeriales

La mayoría de las agencias tienen una cuenta en la que los fondos están disponibles para que los obreros transculturales los utilicen para beneficio de los proyectos y las personas a las que sirven. Cada obrero es responsable de cómo usa el dinero de esa cuenta. Podemos pensar en esto como una analogía del hombre rico descrito en Lucas 19. En ese pasaje, a cada persona se le entregó cierta cantidad de dinero para que lo administrara y se le hizo personalmente responsable de los resultados.

Con frecuencia nos referimos a este concepto como “mayordomía” porque hay un mayordomo que administra el dinero. Un mayordomo era un guardián o vigilante de los animales de otra persona, es decir, de la fuente de riqueza de las personas en los tiempos bíblicos. Era quien administraba la riqueza de otro.

A los obreros transculturales no debería costarles entender este concepto porque actualmente, cuando salen de sus culturas de origen, muchos optan por otorgarle a alguien más un poder notarial con validez por varios años. Esta persona (administrador o mayordomo) tiene autoridad para hacer cosas como depositar dinero, emitir cheques, administrar carteras de inversiones, mientras los obreros transculturales están fuera del país.

Aunque la mayoría de las personas no lo hacen formalmente, Stanley Tam, fundador y presidente de la Corporación de Plásticos de Estados Unidos, sí decidió convertir a Dios en el dueño formal y legal de su negocio. En 1955, estando en Columbia, sintió que Dios quería que él fuera su empleado, por lo que ahora trabaja para Dios y recibe un salario como cualquier otro empleado. Esta corporación ahora tiene una fundación que administra millones de dólares en ganancias y cuyo propósito es establecer iglesias en países del tercer mundo.

Si bien es cierto que posiblemente no te conviertas en un empleado de Dios, legalmente, también es cierto que eres el administrador del dinero que te han otorgado por tu trabajo, a fin de que lo inviertas en personas y proyectos en otros países distintos al tuyo. Deberías mantener siempre esa actitud, de que eres responsable de administrar el dinero de Dios.

Cuenta de salario personal

En Occidente, hacemos mucho énfasis en el individualismo y la propiedad privada, por lo que tendemos a pensar que el dinero que nos pagan por nuestro trabajo es “nuestro” y que no tenemos que rendir cuentas a nadie de cómo lo gastamos. Sin embargo, debemos recordar que Dios es el dueño de todo y que somos administradores de todo lo que poseemos aquí en la tierra. Tenemos control del dinero pero, ya que somos administradores, administramos el dinero que se nos ha dado.

Al igual que a los mayordomos de Mateo 25, a todos se nos ha entregado una cantidad diferente de dinero para administrar. Algunos de nosotros tenemos suficiente para satisfacer nuestras necesidades y nos sobra mucho para gastar en otras cosas. Otros, apenas tenemos lo suficiente para vivir. Dios espera que todos seamos buenos administradores de lo que nos ha entregado, ya sea que tengamos el doble de lo que otros tienen o tengamos sólo la mitad.

Ciertamente, debemos usar el dinero para suplir nuestras necesidades y las de nuestra familia, incluyendo las necesidades de recreación y esparcimiento. Dios nos pide que le demos al menos el diezmo de este dinero, pero también espera nuestras ofrendas. Debemos recordar que Dios cuenta el dinero de manera muy diferente a como lo hacemos nosotros. Cuando Jesús habló de la mujer pobre que entregó las únicas dos moneditas que tenía, dijo que ella había dado más que aquellos que habían dado grandes cantidades de dinero. Dios mira con cuánto dinero se queda la persona. La pregunta no es cuánto de nuestro dinero le damos a Dios, sino cuánto del dinero de Dios guardamos para nosotros.

Durante muchos años, R. G. LeTourneau (fundador de la Universidad LeTourneau) vivió con el 10% de sus ingresos y entregó el 90% a la obra cristiana, especialmente a esfuerzos en África y América del Sur. Podríamos aludir que cualquiera que tenga semejantes ingresos puede hacer algo como eso, pero incluso cuando su negocio estuvo en peligro financiero él continuó dando sus promesas de sacrificio a la obra de Cristo.

Regalos personales

Podrías pensar que los regalos personales que alguien nos da son nuestros, no de Dios. Pero no hay indicios en la Biblia de que este sea el caso. Somos administradores de todo lo que tenemos y se aplican los mismos principios, bien sean productos de nuestro trabajo o regalos que alguien nos da.

Desde el principio de los tiempos los seres humanos han sido administradores de los bienes de Dios. En los primeros capítulos de Génesis encontramos que Adán y Eva fueron colocados en el Jardín del Edén para cultivarlo y cuidarlo. Toda la creación le pertenecía a Dios y ellos debían cuidarla.

Comentarios finales

En conclusión, consideremos algunos detalles que pueden ayudarnos a ser buenos mayordomos o administradores.

  • Diezmos y ofrendas. Es importante que entregues por lo menos tu diezmo tan pronto como recibas el dinero. Si esperas hasta el final de tu período de cobranza para hacerlo, es probable que no quede nada de dinero para el diezmo y mucho menos para una ofrenda.
  • Cuida de ti mismo. Ser un buen mayordomo significa cuidarte a ti mismo y a tu familia. Comer bien, tener ropa y un techo adecuados y apartar tiempo para descansar y recuperar fuerzas, es propio de un buen siervo de Dios.
  • Deudas. Pedir dinero prestado para comprar cosas que se devalúan es casi siempre una mala idea. Por el contrario, pedir prestado para cosas que aumentan su valor con el tiempo puede ser algo bueno. Sin embargo, ten cuidado de no endeudarte demasiado como algunos lo hacen (incluso si es para cosas provechosas como capacitación para ti o tus hijos). Puedes terminar tan endeudado con gastos educativos que, para cuando termines de saldar esa deuda, habrás comprado una casa, iniciado una carrera profesional, tenido más hijos y ¡quizás ni si quiera llegaste a servir en otra cultura!
  • Ahorro y jubilación. Ahorrar dinero para educación y especialmente para la jubilación es sinónimo de una buena mayordomía. Muchos países ofrecen alguna forma de Seguridad Social para las personas mayores pero a menudo los condena a un nivel de pobreza, lo que puede terminar convirtiéndolos en una carga para los demás.
  • No lo podrás llevar contigo. Recuerda que no puedes llevarte el dinero a la tumba. Jesús señaló que las personas que almacenan para sí su dinero pensando que pueden “relajarse, comer, beber y divertirse” pronto mueren y son otros los que se quedan con todo (Lucas 12: 16-21).
  • Envíalo por adelantado. Aunque no te puedes llevar el dinero contigo puedes enviarlo al cielo anticipadamente. Jesús aconsejó a sus seguidores que no almacenaran cosas en la tierra donde los insectos, la descomposición y los ladrones las pueden destruir, sino más bien a que acumulen tesoros en el cielo donde durarán para siempre. No puedes servir a Dios y al dinero.

Sobre el Autor

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Ron y Bonnie Koteskey son consultores de atención para miembros de Go International.

Han brindado atención a miembros para misioneros desde 1997.