Cómo Enfrentar El Cambio
Lo que los obreros transculturales deben saber sobre cómo enfrentar el cambio
Ronald L. Koteskey
GO International
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Jonás enfrentó un gran cambio en su vida cuando Dios le dijo que fuera a confrontar a la ciudad de Nínive (Jonás 1) y de ese modo se convirtió en uno de los primeros obreros transculturales. Dios le ordenó ir al este pero Jonás decidió ir al oeste. Cuando finalmente obedeció a Dios, la gente de Nínive respondió a su mensaje y se arrepintió. Sin embargo, en lugar de alegrarse, Jonás se desilusionó y se enojó mucho porque Dios le había mostrado gracia y compasión a este grupo de personas que él tanto despreciaba. Aunque Jonás tuvo éxito exteriormente, fracasó interiormente.
Al comienzo de su segundo período de servicio transcultural (Hechos 15), Pablo le sugirió a Bernabé volver a visitar a las personas y los lugares donde habían estado antes para ver cómo estaban. No obstante, tal como registran los versículos inmediatamente posteriores, Pablo terminó yendo con Silas (en lugar de Bernabé), a Macedonia (en lugar de a Asia Menor) y conociendo gente nueva (en lugar de visitar a las personas que antes habían conocido). Pablo se adaptó a los cambios y se convirtió en un obrero transcultural exitoso, tanto interior como exteriormente.
El cambio es seguro
Incluso si tu vida parece ser predecible y estable en este momento, tarde o temprano, muy probablemente, tendrás que hacer frente a los cambios como le ocurrió a Pablo en Hechos 15-16. Alguien dijo una vez que lo único seguro es el cambio. Y esto ha sido una verdad constante para los obreros transculturales desde el inicio de los tiempos. Algunas personas progresan con el cambio y, de hecho, lo buscan intencionalmente, pero otros le tienen pavor y sufren mucho cuando tienen que enfrentarlo. La mayoría de las personas quiere cambios en sus vidas, los suficientes como para mantener su día a día interesante, pero no demasiados, para no incomodarlos.
¿Qué podemos hacer para superar esos cambios inevitables que van a llegar a nuestra vida? Obviamente, el cambio en sí no es el problema; el problema está en cómo manejamos el cambio cuando éste ocurre. A continuación encontrarás algunos consejos que te pueden ayudar a hacerle frente.
Anclarte a un punto de estabilidad
La Biblia es clara al afirmar que nuestro punto de estabilidad está en Dios.
- “Yo, el Señor, no cambio...” (Malaquías 3:6).
- Él nunca te dejará ni te abandonará (Deuteronomio 31:6).
- “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre” (Hebreos 13:8).
- “Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Último, el Principio y el Fin” (Apocalipsis 22:13).
Para adaptarnos con éxito al cambio debemos mantener “al día” nuestro compromiso con Dios. Sin esta ancla segura, podemos convertirnos en un Jonás en vez de un Pablo.
Las emociones se harán presentes
Cuando estás atravesando un cambio te invaden emociones de todo tipo, y tal vez pienses: “No entiendo por qué esto me afecta tanto”. En un momento te estás riendo y al siguiente estás llorando. Tranquilo, eres una persona normal. Casi todas las emociones se manifiestan durante el cambio. Estas son algunas de las emociones más comunes, ilustradas en la vida de Pablo, dado que él experimentó un cambio muy grande al final de su tercer período de servicio.
- La incertidumbre respecto al futuro puede generar miedo, preocupación, ansiedad, aprensión, temor, dudas sobre uno mismo o pánico. Pablo dijo que iba a Jerusalén sin saber lo que le esperaba allí (Hechos 20:22).
- Ser forzado a cambiar puede provocar estrés, ira, frustración u hostilidad. Pablo se sintió obligado por el Espíritu (Hechos 20:22).
- Contemplar eso que estás perdiendo debido al cambio puede provocar tristeza, depresión, abatimiento o desesperación. Pablo lloró cuando estaba a punto de partir (Hechos 20:36).
- Considerar nuevas oportunidades puede resultar en alegría, euforia o felicidad. Pablo dijo que esperaba terminar la carrera y completar su tarea (Hechos 20:24).
Ten en cuenta que Pablo reconoció y admitió sus emociones; esto le permitió hacerles frente y continuar con su trabajo. Estas emociones pueden superponerse unas con otras o puede que te sientas como en un péndulo, oscilando entre ellas una y otra vez. Reconócelas y exprésalas pero mantente aferrado a tu ancla. Si tratas de represarlas dentro de ti puedes provocar que esa presa en algún momento explote y las emociones se salgan de control.
Tómate el tiempo para llorar
Eso que estás perdiendo debido al cambio es algo real e importante. Está bien (incluso es necesario) hacer todas las cosas que Pablo y los ancianos de Éfeso hicieron cuando se despidieron en Hechos 20: 37-38: llorar, abrazarse, besarse, afligirse.
Hacer las paces con eso que has perdido a medida que te ajustas al cambio lleva tiempo. Tratar de apresurar las cosas sin cerrar correctamente el capítulo que estás dejando atrás dificultará que puedas asumir nuevos roles. (Ver el folleto titulado “El Dolor”).
Nadar con la corriente
Cuando sientas que estás siendo arrastrado por un torrente de cambios, nada a favor de la corriente, siempre y cuando esta no te aleje de la obra que Dios te llamó a hacer. Por ejemplo, si Dios te llamó a traducir su Palabra al idioma del corazón de la gente, tú puedes insistir en usar una pluma y un pergamino para hacer copias de las Escrituras (o incluso una prensa como la de Gutenberg, o un tipo móvil). Sin embargo, aprender a usar la computadora (un cambio) te ayudará a ser más efectivo en tu trabajo.
Hay varios proverbios populares que expresan esta verdad:
- “Cuando el viento sople, no construyas murallas, construye molinos de viento”.
- “Si la vida te da limones, haz limonada”.
- “Cuando el río fluya, no construyas solo una presa, coloca un generador hidroeléctrico”.
Nadar contra la corriente sólo terminará agotándote pero nadar a favor de la corriente te ayudará a cumplir tu propósito. Mantener una actitud rígida y obstinada puede conducirte a la derrota, mientras que la flexibilidad puede ayudarte a atravesar el torrente. El único momento para no aprovechar la energía de la corriente es cuando te está alejando de lo que Dios te ha llamado a hacer. En ese caso, es posible que tengas que atravesar la corriente y salir del agua.
Encontrar amigos
El orgullo hace que algunas personas intenten arreglárselas solas, algo que es muy difícil de lograr. Compartir con otras personas es de gran ayuda. Ser valiente también significa tener el valor de pedir ayuda cuando la necesitamos. Aquí hay algunas personas que pueden nadar contigo en medio del torrente, o al menos, arrojarte un chaleco salvavidas.
- Las personas que ya han atravesado un cambio similar al que tú estás atravesando. Puede que ellos tengan sugerencias útiles que te ayuden a hacerle frente a la situación o guiarte para que la atravieses.
- Tu familia (otros obreros transculturales, tu iglesia y tu familia biológica) se interesa por ti; de seguro alguien de tu familia puede escucharte y ayudarte.
- Tus amigos cercanos, en quienes confías profundamente. Cuéntales a ellos de tus miedos y frustraciones y seguramente te ayudarán a sobrellevarlos.
- El personal de tu agencia u organización que sirve para brindar apoyo y cuidado integral. Ellos pueden ayudarte a funcionar sanamente mientras atraviesas los cambios.
- Pastores o consejeros ajenos a tu organización. Ellos pueden contribuir y brindar una perspectiva objetiva de la situación, cosa que no encontrarás dentro de tu agencia. Cuando Pablo tuvo que enfrentar nuevos peligros en Jerusalén mandó a llamar a los ancianos de la Iglesia de Éfeso (Hechos 20:17).
Enfócate en lo bueno
Todo cambio tiene tanto cosas buenas como malas. Tal vez tengas que despedirte de tus amigos pero a dónde vas también harás nuevos amigos. Tal vez tengas que dejar una tarea que sabes hacer bien pero gracias al cambio aprenderás a hacer algo nuevo. Concéntrate en las cosas buenas y nuevas.
Tienes dos opciones: o miras hacia atrás, a lo que estás dejando, o miras hacia adelante y hacia dónde vas. Pablo quería terminar la carrera, completar la tarea. Si mantienes tu atención puesta en lo que Dios te ha llamado a hacer permanecerás en movimiento y en la dirección correcta. Si te concentras en Dios y en su bondad como tu punto de estabilidad, podrás navegar en el mar del cambio. Recuerda que cada vaso que está medio vacío también está medio lleno. Es posible que los optimistas cometan tantos errores como los pesimistas pero en el camino hacia su meta se divierten mucho más.
Da un paso a la vez
Cuando comiences a sentirte abrumado por la magnitud del cambio, divídelo en partes más pequeñas. Puede parecer inútil recorrerse todo el continente pero muchas personas lo han hecho, un paso a la vez.
A lo mejor tu nueva asignación es comenzar una escuela en una aldea que nunca ha tenido una. Fuiste a la escuela pero nunca empezaste una y es normal que la tarea resulte abrumadora. Hazla paso a paso: encuentra un lugar, selecciona un plan de estudios, contrata algunos maestros, etc.
Cuida de ti mismo
Mientras están atravesando el cambio, algunas personas se olvidan de cuidarse a sí mismas. Pero siempre es necesario cuidarnos a nosotros mismos y en todo sentido: espiritual, social y físicamente.
- Ten un tiempo devocional diario.
- Pasa tiempo con tu cónyuge y tu familia a diario.
- Programa tus tiempos con otros obreros transculturales.
- Come de manera saludable.
- Haz ejercicio varias veces a la semana.
- Guarda un sábado (día de descanso) para ti.
Esto también va a pasar
Tarde o temprano, toda corriente o río termina en un lago, un mar o un océano. Del mismo modo, cada torrente de cambio que llega a nuestras vidas llegará a su fin y experimentaremos nuevamente sentimientos de estabilidad y normalidad. Piensa en esto cada vez que sientas que estás siendo arrastrado por la corriente sin poder hacer nada.
Cuando las personas se mudan a una ciudad diferente para asumir un nuevo cargo es normal que se pregunten cuánto tiempo pasará antes de que realmente se sientan como en casa. A algunas personas les toma poco tiempo pero a la mayoría les toma por lo menos un año completo adaptarse al cambio. Es posible que hasta que no atravieses cada estación, cada día festivo, etc., no te sientas como en casa.
Sobre el Autor
Ron y Bonnie Koteskey son consultores de atención para miembros de Go International.
Han brindado atención a miembros para misioneros desde 1997.