La Culpa
Lo que los obreros transculturales deben saber sobre la culpa
Ronald L. Koteskey
GO International
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Te has estado sintiendo culpable últimamente pero no estás seguro del por qué. La gente a tu alrededor está sufriendo. Están muriendo sin Cristo. Pareciera que tu trabajo hace muy poca diferencia. Te cuesta mucho mantener una vida devocional constante. Simplemente, te sientes culpable por muchas cosas y estos sentimientos están interfiriendo con tu trabajo. Empiezas a preguntarte si tienes la culpa. ¿Por qué te sientes tan culpable? ¿No es acaso mala la culpa? ¿Qué puedes hacer con esos sentimientos de culpa? ¿Qué pasa si los sentimientos no desaparecen? Consideremos a continuación algunas de estas preguntas.
¿Soy culpable?
Esta es la pregunta crucial. Existen varias combinaciones de culpa con sentimientos de culpa y todas son posibles. Puede que sí seas culpable pero no te sientas culpable, puedes sentirte culpable y no serlo, o puedes ser culpable y sentirte culpable. Además, es probable que cualquiera de estas interfiera con tu trabajo como obrero transcultural. Tu ideal, seguramente, es ni ser culpable ni sentirte culpable.
La Biblia dice mucho acerca de ser culpables. Una mirada rápida a cualquier concordancia nos revelará decenas de versículos que hablan de ser culpables de pecado. Cuando desobedeces uno de los mandamientos de Dios eres culpable, ya sea que te sientas culpable o no. Si eres culpable, debes hacer algo respecto a tu culpa y más adelante vamos a hablar sobre eso.
¿Por qué me siento tan culpable?
Quizás te sientes culpable porque lo eres, y eso es algo bueno. Aunque la Biblia dice mucho sobre ser culpable dice muy poco acerca de sentirse culpable. Si te sientes culpable porque eres culpable simplemente necesitas hacer algo respecto al pecado. Sin embargo, muchas personas se sienten culpables sin serlo. De hecho, los sentimientos de culpa pueden ser incluso más fuertes cuando no hay culpa. Aquí hay algunos ejemplos de otras cosas, aparte del pecado, que pueden producir sentimientos de culpa:
- No alcanzar tus propias expectativas. Esto suele ocurrir a menudo durante el primer período de servicio, especialmente con los perfeccionistas.
- No alcanzar las expectativas de los demás. Tu iglesia, tu familia, la oficina central de la agencia y el director de campo pueden esperar más de ti de lo que posiblemente puedas hacer.
- No perdonarte a ti mismo. Dios ya perdonó tu pecado pero es posible que no puedas perdonarte a ti mismo aunque tu culpa ya ha sido borrada.
- Que otros te hagan sentir culpable. Marta trató de hacer sentir culpable a María por no trabajar lo suficiente (Lucas 10) e incluso trató de hacer que Jesús se le uniera en su reclamo.
- Conciencia hipersensible. Una buena conciencia te hará sentir culpa cuando caigas en pecado; sin embargo, parte de tu conciencia fue formada en tu cultura de origen y es posible que te sientas culpable por muchas cosas que no tienen nada que ver con el pecado.
- La culpa del sobreviviente. Es posible que hayas pasado por una situación traumática y que te sientas culpable de haber sobrevivido cuando otros no pudieron, o que te sientas culpable por lo que tuviste que hacer para sobrevivir.
- Satanás. Recuerda que Satanás es el “acusador de los hermanos” (1 Pedro 5 y Apocalipsis 12). Sus acusaciones pueden hacerte sentir culpable.
- Tentación. Aunque Dios nunca nos promete que estaremos por encima de la tentación, los obreros transculturales pueden sentirse culpables porque son tentados a mentir, engañar o ser infieles sexualmente.
La vergüenza, más que la culpa, es la que a menudo causa estos sentimientos de culpa. La culpa significa que has desobedecido algún mandamiento de Dios y que estás por debajo de sus expectativas. La vergüenza, por su parte, significa que no has cumplido con las expectativas de alguien más aparte de Dios. Puede que tus sentimientos de culpa tengan su origen en aquella ocasión cuando caminaste por un charco de lodo, ensuciaste tus zapatos nuevos y tus padres te dijeron: “¡Qué vergüenza, deberías saber que eso no se hace!”. Quizás no había manera de que lo supieras y la Biblia no prohíbe que uno camine por los charcos, pero eso te hizo sentir culpable.
¿No es acaso mala la culpa?
Por supuesto que lo es. Ese es uno de los principales objetivos del trabajo transcultural, decirle a la gente de otras culturas que Dios ha resuelto el problema del pecado.
¿Y los sentimientos de culpa? ¿No son malos también? Puede que sí o puede que no. Si el origen de ellos está en otras cosas que nada tienen que ver con el pecado, como en el caso de los ejemplos mencionados en la sección anterior, sí son malos, pero porque interferirán con la principal tarea del obrero transcultural, la de contarle a otros acerca de las buenas noticias.
Ahora bien, los sentimientos de culpa que son resultado del pecado son buenos. Estos proporcionan motivación a la gente para que tome decisiones respecto a su pecado. Sin ellos, las personas rara vez rinden su vida a Cristo y, con frecuencia, tienen dificultades para adaptarse a la sociedad por lo que terminan convirtiéndose en personas antisociales (psicópatas) y metiéndose en serios problemas legales. Tales sentimientos de culpa tienden a ser más fuertes inmediatamente después de que se comete el pecado y disminuyen a medida que uno comienza a racionalizarlo. Luego, dejas de sentir culpa (o al menos ya no la sientes tanto) y tu corazón “se endurece”, lo cual hace menos probable que hagas algo respecto a ese pecado.
¿Los sentimientos de culpa son peores en los obreros transculturales?
Los sentimientos de culpa pueden ser peores en los obreros transculturales debido a ciertas situaciones especiales.
- Estándares de vida. Algunos obreros viven bastante bien acomodados si se les compara con las personas a las que ministran y pueden sentirse culpables por la abundancia de sus posesiones materiales. Esto sucede cada vez menos con los obreros transculturales que deciden vivir en ciudades grandes.
- Sufrimiento. Muchas de las personas con las cuales los obreros transculturales trabajan viven en sufrimiento, según los estándares occidentales, y no es posible ni realista satisfacer todas sus necesidades.
- La educación de los hijos. Aunque a los hijos de los obreros transculturales les va mejor académicamente que a los que hijos de quienes no lo son y viven en sus países de origen, los obreros transculturales pueden llegar a pensar que no les están brindando una educación adecuada.
- Padres mayores. Dado que los obreros transculturales están fuera de su país de origen y no cuentan con muchos recursos financieros, pueden sentirse culpables de no poder cuidar a sus padres durante sus años de vejez.
- Autoridades civiles. ¿Cómo puede un obrero transcultural lograr cualquier cosa si vive en una sociedad donde el sistema de valores está en conflicto con el suyo propio? Surgen disyuntivas como por ejemplo, ¿cuál es la diferencia entre una propina y un soborno?
Las personas que viven en sus propias culturas también tienen problemas para lidiar con la abundancia financiera, el sufrimiento de los demás, la educación de sus hijos, sus padres ancianos y las políticas gubernamentales, por lo que la diferencia entre ellos y los obreros transculturales no es de tipo, sino de grado.
¿Qué puedo hacer con la culpa?
Cuando te das cuenta de que eres culpable tratas de esconder o de racionalizar lo cometido; es una respuesta natural, tal como lo hicieron Adán y Eva. Sin embargo, eso no resolverá el problema. Los obreros transculturales saben cómo deben actuar frente al pecado pero siempre es bueno revisar los pasos que se deben dar.
- Confesión. Confiésale tus pecados a Dios. También, es posible que debas hablar y confesar delante de las personas que has perjudicado. La confesión debería ser solo para aquellos que han resultado realmente afectados por tu pecado, no para el público en general.
- Arrepentimiento. El arrepentimiento es mucho más que sólo sentir tristeza por tus pecados; es un cambio de propósito o un cambio de mentalidad. Debemos apartarnos de nuestros malos caminos y volvernos a Dios. Después de perdonarla, Jesús le dijo a la mujer que había sido hallada en adulterio que no volviera a pecar.
- Fe. Cristo pagó el castigo por nuestros pecados; debemos creerle a Él y en lo que Él hizo.
- Restitución. En la medida de lo posible, trata de corregir tu error. Si robaste algo, generalmente, puedes devolverlo. Pero si destruiste la reputación de otra persona, está claro que será muy difícil restituirla.
¿Qué puedo hacer con los sentimientos de culpa?
Depende de la causa. Si tus sentimientos de culpa se deben al pecado, sigue los pasos mencionados anteriormente. Pero si tus sentimientos de culpa obedecen a otros factores debes tratar con cada uno de forma individual. Consideremos un par de ejemplos.
Usualmente, durante su primer período de servicio, los obreros transculturales tienen expectativas muy altas respecto a lo que pueden lograr y se sienten culpables cuando no alcanzan sus objetivos personales. En ese caso, necesitan hablar con un obrero experimentado y establecer metas más realistas. Aun así, hay que estar conscientes de que, probablemente, el obrero no reducirá sus expectativas porque pensará que su caso es diferente y que su ministerio sí será efectivo.
Si las metas que otros te imponen son demasiado altas, pídeles que las reduzcan. Por ejemplo, una maestra llegó a sentirse culpable por no dedicar el número requerido de minutos a cada materia, hasta que se dio cuenta de que el número requerido de minutos diarios sumaba una hora y veinte minutos más del tiempo que los niños pasaban en clase. El director tuvo que reducir la cantidad de minutos requeridos.
¿Y si los sentimientos de culpa no desaparecen?
Los sentimientos de culpa que son producto del pecado y que has guardado durante un tiempo prolongado pueden convertirse en respuestas condicionadas. Así como los perros de Pavlov salivaban al escuchar el sonido de la campana, es posible que te sientas culpable cuando algún evento desencadene esos sentimientos de culpa, incluso después de que el pecado haya sido perdonado y la culpa misma haya desaparecido.
Estas respuestas condicionadas disminuyen gradualmente y, con el tiempo, se desvanecen. Si no lo hacen, es buena idea que hables con tu pastor o con un consejero para determinar por qué esos sentimientos siguen allí dentro. Quizás has ocultado la verdadera razón debajo de un sinfín de capas de racionalización y, en ese caso, necesitas la ayuda de alguien más para poner las cosas en orden.
Relacionado con lo anterior surge una pregunta: ¿Cómo llevar una vida cristiana consistente que evite que volvamos a caer en la culpa? Dos respuestas muy importantes. Primero, mantén una vida devocional diaria constante. Según aseveran los obreros transculturales, esta es la actividad “espiritual” que más les cuesta practicar. En segundo lugar, entabla una relación de mutua responsabilidad con otras personas y ríndanse cuentas semanalmente o de manera regular. Ponte de acuerdo con los demás en cuanto a qué tipo de cuentas se van a rendir mutuamente y convierte esas relaciones en una prioridad importante en tu vida. Otra cosa, incluye tiempos devocionales diarios en cualquier plan de rendición de cuentas que organices.
Cristo murió por nuestros pecados y no hay condenación en Él. No hay razón para permitir que la culpa o los sentimientos de culpa obstaculicen nuestra vida.
Sobre el Autor
Ron y Bonnie Koteskey son consultores de atención para miembros de Go International.
Han brindado atención a miembros para misioneros desde 1997.